lunes, 20 de septiembre de 2010

Esquivando palabras

Hoy voy a hablar de la cualidad principal que tienen los políticos hoy en día, y que parece que es la más valorada entre los militantes para elegir a sus líderes o candidatos: su habilidad para esquivar las preguntas incómodas, respondiendo algo que no tiene nada que ver.

No pensaba escribir sobre esto, pero a raíz de la entrevista del pasado sábado a Trinidad Jimenez en un programa de televisión, me vinieron a la mente otras entrevistas donde se dio este curioso caso de responder a lo que no se pregunta: Jose Luis Rodriguez Zapatero, Alberto Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre, Jose Blanco, Mariano Rajoy... entre otros muchos. En los últimos tiempos a todos se les han hecho entrevistas, más o menos incisivas, y todos han usado el famoso recurso del que hablo. Unos en mayor medida que otros (directamente proporcional a lo incisiva de la pregunta), pero en general desvían la atención del meollo de la cuestión para perderse en laberintos de palabras. La consigna es clara: cuanto más lioso, enrevesado y sin sentido sea lo que estoy contestando, mejor que mejor.

Pondré un ejemplo de lo que digo: Le preguntaron en su día a Gallardón acerca de cómo va a pagar la deuda enorme que tiene el ayuntamiento de Madrid. Él empieza un "speech" acerca de lo necesario de las obras, de lo importantes que son para el progreso de Madrid, de lo que ha mejorado el tráfico gracias a los nuevos túneles, de lo que queda pendiente por hacer... Ni una previsión del pago de la deuda, ni una solución a ese problema. Nada.

Y así cada vez más a menudo. Puedo entender, o al menos aceptar, que nadie es perfecto, que los políticos se equivocan, como todo el mundo. Pero ante todo hay que ser honestos como personas, y sobre todo los políticos. Y se deben reconocer los errores, y defender ideales por encima del populismo.

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